(Serie de autorretratos vitales)
En este mundo donde no paramos de producirnos a nosotros mismos. A veces no siento mi cuerpo, a veces, demasiado.
Aparecer, parecer y perecer. Tan cerca. ¿Acaso el aparecer en una imágen afirma nuestra existencia?.
En la agotadora producción del yo, no dejamos de mostrarnos, como si el hecho de que un conjunto de 0 y 1 codificados con nuestra cara y cuerpo tengan algún tipo de relación con nuestra posibilidad de existir.
Existir= Ex (hacia afuera) sistere (tomar posición).
Hay algo en la práctica de la selfie en la que tratamos de recuperar un yo roto, un yo vaciado, como si la foto pudiese certificar que estamos vivos. Pero ésta es una doble fórmula, la imágen atestigua la existencia, pero la mismo tiempo la revienta: la duplica, deviene otra cosa.
Está es una serie vital: he detectado que mis deseos de autorretratarme surgen siempre en los momentos más rotos, la necesidad de saber que no me estoy desvaneciendo, pero al mismo tiempo los deseos de éxodo, de fuga, de sentir que se puede ser otra cosa. ¿Acaso podré retratarme y lograr dejar de ser yo?